EL DIARIO DEL NOMADA: PASEO POR HUESCA

Hacía mucho tiempo que no contemplaba un arco iris tan grande, tan hermoso; mañana de lluvia débil e irregular y un sol joven enviando su potente luz desde el horizonte,  creando esta belleza semicircular, alta y extensa. Uno de los extremos se hunde en la tierra en un alarde cromático de transparencia fantasmal, está ahí pero no existe. Voy conduciendo por la autovía camino de Huesca, no puedo detenerme para contemplarlo como yo quisiera. Esa belleza, la belleza de lo intangible, me emociona. Su fuerza depende de esa realidad intocable, de la paleta colorida que constituye su existencia inmaterial, de la brevedad de su vida, de su naturaleza efímera: en unos minutos habrá desaparecido.  

Sigue leyendo

17 DE AGOSTO

                                                                     A Mamen, con amor y gratitud.

Estoy en el borde de la playa. El sol se disimula tras unas débiles nubes grises como gasa vieja que emergen todas las tardes sobre las montañas que tengo a mis espaldas. Calor, verano; niños chapoteando en la orilla, brillantes y mojados, recién salidos de un cuadro de Sorolla. Apago la música dudando en seguir escuchando el piano de Kathia Buniatishvili, ¡cómo me gusta esta mujer pianista, esta pianista mujer…no sé cuál sería el orden! o escuchar el ruido de las olas, otra música que me fascina. Leo distraído una nueva novela que me enseña y entretiene. He pasado la mañana navegando en un velero, ocupado de mantener el rumbo, hacer las maniobras, virar, trasluchar…esas técnicas que voy aprendiendo con torpeza, con las enseñanzas del profesor (Yago, 20 años), disfrutando de la inmensidad del mar, del vaivén de las olas, del agua azul y transparente salpicando en los choques contra la proa, de las medusas y los pájaros marinos.

Sigue leyendo

MEMORIA DE ÁFRICA

A María «La Cubana»

A María Pilar «Pitita» Servera y a Tomás Fortuny, compañeros de viajes y fatigas africanas.

El atardecer era bellísimo. El sol se iba escondiendo al otro lado del Chari, el gran río africano que alimenta el lago Chad, y se reflejaba en sus aguas dándoles un tono dorado. El tiempo parecía detenido; a miles de kilómetros de nuestras casas, en una sociedad tan diferente, era estar viviendo en un bello e inmóvil mundo paralelo. Había piraguas que cruzaban lentas el cauce. Pitita y yo estábamos tomando una cerveza «Gala» en la terraza sobre el río del exclusivo hotel Le Meridien, en Yamena, la hostil capital de la República de Chad, disfrutando de la quietud y paz de aquel atardecer africano.

Sigue leyendo

EL RIO QUE HOY NOS LLEVA

He aparcado mi vehículo a la sombra de unos árboles esperando mi turno para cruzar el Ebro en el Pas de la Barca, por un transbordador al que se accede desde la carretera C12, Rasquera-Ginestar (Tarragona) y que permite atravesar el río para llegar a Miravet.

          El paso es lento, dos-tres coches por trayecto, y la placidez del día invita a disfrutar del paisaje. Aquí el Ebro es un río tranquilo, con buen caudal de aguas razonablemente transparentes en las que veo algún pez nadando tranquilo. Hay una tupida vegetación en las dos orillas. Día de verano con sol y calor.

Sigue leyendo

MUJERES

Soy el único hombre junto a seis mujeres. Larga sobremesa en la terraza de Marta, sobre el mar, con una conversación agradable y errática, posiblemente influida en lo placentero por el vino de la comida y alguna botella de cava, varias, que acompaña el postre y el café. Mediterráneo, tataranietos de Noé.

         La compañía de mujeres, les cuento, es proverbial en mi vida. Mi lejano nacimiento, hijo de padres que emigraron del campo pobre a la lucha por la vida en la ciudad, fue acompañado de constantes presencias femeninas. Mi casa, ya desde antes de mi nacimiento, era una cabeza de puente al que acudían mis entonces jóvenes tías, luego mis primas hermanas, alguna familiar más remota, incluso alguien que no era estrictamente  presente en el árbol genealógico pero como si lo fuera, que disfrutaron del concepto sagrado de la hospitalidad enraizado en la más profunda esencia, en los criterios inamovibles de mis padres. Éramos humildes, mucho, pero siempre hubo una cama y un plato con comida para ellas, hasta que encontraban su espacio en el mundo de la ciudad y volaban libres.

Sigue leyendo

CLARO DE LUNA DE ENERO

Paso la transición entre un año y otro a orillas del mar. Por esta desgracia de la alteración climática los días son soleados, cálidos, sin viento, con cielo  y mar intensamente azules. Algo de culpabilidad, aunque sea infinitesimal, tendré (pienso); pero, por otra parte, no soy una fábrica con chimeneas arrojando un vómito tóxico, ni genero más dióxido de carbono que el que escupe mi automóvil en su poco uso; mi intestino, más corto que el de una vaca aunque más largo que el de un conejo, funciona como el de la mayoría de los seres humanos; reciclo lo que puedo, soy consciente de lo que debo consumir; en definitiva, creo que tengo un comportamiento razonable en mi existencia planetaria.    Hago un paréntesis en la autocrítica porque es Navidad y tengo un espíritu compasivo en el que intento cobijarme.

Sigue leyendo

OTRA NUEVA NAVIDAD

Cumplir años y seguir viviendo lleva a pensar que el potencial número de Navidades que van quedando en la recámara es cada vez más pequeño. Implica que la lista de personas más o menos cercanas que todavía nos acompañan es cada vez más corta. Y sobre todo para los melancólicos, como es mi caso, sentir que una cierta niebla de ligera tristeza emborrona todo. Para más complicación, las personas a las que la Navidad nunca nos ha gustado, sólo queremos que pase pronto, que no ocurra nada irreparable y que enseguida la luz del día vaya ganando tiempo a las tinieblas oscuras; que el invierno vaya dando sus últimas boqueadas agónicas y la primavera llegue esplendorosa a llenar de ánimo a estos miserables seres a los que pocos nos comprenden.

         En este tiempo de silencio Maqroll ha bajado de la gavia y ha estado ocupado en corregir y editar dos nuevos libros. Este trabajo ha concluido y en estos momentos y ya, liberado de esos trabajos, está poniendo a punto su pequeño barco. Hay que limpiar camarotes, ventilar las bodegas, revisar los instrumentos, reponer maromas y cadenas, pintar las superficies con colores alegres.

Ahí enfrente está el mar infinito. Pronto, muy pronto, habrá que zarpar hacia el horizonte, una nueva singladura espera y Maqroll, impaciente, se afana para dejar todo listo y ascender a la gavia.

         Allí, oteando el horizonte, es donde realmente es feliz. Con o sin Navidad.

La infancia y adolescencia de Andrés estuvo felizmente determinada por su abuelo Manuel, «Lolo», con el que disfrutó largas temporadas de convivencia en el pueblo aragonés de Val de San Dimas donde la familia poseía una finca de olivos. La deriva de sus vidas los separó pero siempre, para su nieto, Lolo fue una persona muy querida con una presencia constante en su existencia.

        

Andrés vive ahora en París donde es profesor universitario y cirujano en un prestigioso hospital. Allí recibe la noticia de la grave enfermedad de su abuelo que lo sitúa al borde de la muerte. Velando su agonía rememora sus recuerdos junto a la persona que fue decisiva en su vida, a la que tanto quiso y de la que sólo recibió amor.

         Poco tiempo después del fallecimiento de Manuel lee en un periódico el hallazgo de una fosa en Val de San Dimas en las que fueron enterradas un gran número de personas asesinadas en el comienzo de la guerra civil española. Por ciertos detalles señalados en el artículo tiene la sospecha de que su abuelo pudo participar en los fusilamientos.

Obsesionado con la duda, no va a descansar hasta conocer la verdad.

EL GRITO DE LOS OLIVOS

NOVELA.

DISPONIBLE EN AMAZON

Nueve relatos de ficción en los que se cuentan historias de personajes vencidos. Vae Victis, según el diccionario de la Real Academia Española, es una expresión latina clásica que significa « ¡Ay de los vencidos!» y se utiliza para expresar la indefensión de los derrotados en alguna causa.

VAE VICTIS

El retorno de Rebeca y otros relatos

DISPONIBLE EN AMAZON

FELIZ NAVIDAD Y BUEN Y SOLIDARIO AÑO 2023 PARA TODOS LOS LECTORES DE ESTE BLOG.

PERRO CALLEJERO

Aunque fue de todos, nunca tuvo dueño
que condicionara su razón de ser.
Libre como el viento era nuestro perro,
nuestro y de la calle que lo vio nacer.

                            CALLEJERO

                            Alberto Cortez

Apareció un día cualquiera, nadie podría decir una fecha concreta. Le habían cortado las orejas y el rabo recientemente, los tres apéndices eran muñones sangrantes. Era un perro mestizo, muy flaco, que caminaba encogido, con el lomo arqueado, mirando a los lados con unos ojos tristes y acuosos. Se tumbó en un rincón aislado, en una zona protegida por unos arbustos y allí se quedó.

Sigue leyendo