PERRO CALLEJERO

Aunque fue de todos, nunca tuvo dueño
que condicionara su razón de ser.
Libre como el viento era nuestro perro,
nuestro y de la calle que lo vio nacer.

                            CALLEJERO

                            Alberto Cortez

Apareció un día cualquiera, nadie podría decir una fecha concreta. Le habían cortado las orejas y el rabo recientemente, los tres apéndices eran muñones sangrantes. Era un perro mestizo, muy flaco, que caminaba encogido, con el lomo arqueado, mirando a los lados con unos ojos tristes y acuosos. Se tumbó en un rincón aislado, en una zona protegida por unos arbustos y allí se quedó.

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