Crónica desde Irán (IV):Shiraz, la ciudad de los poetas.

 

Shiraz está en el suroeste de Irán, cerca del Golfo Pérsico y al lado de Persépolis. Es una plácida ciudad de 1,5 millones de habitantes, rodeada de terreno desértico, de montañas terrosas, peladas. Cruzando el río Roknabad hacia el norte, cerca

de la Puerta del Corán, una de las antiguas entradas a la ciudad, está el jardín Hafezieh a donde hemos llegado en un lento y tranquilo paseo. Es un bonito recinto lleno de flores, pequeños estanques y fuentes. La tarde es agradablemente cálida y decenas de iraníes pasean junto a nosotros. Entre ellos muchas parejas jóvenes.

Todos hemos acudido con el mismo motivo, visitar la tumba del poeta Haffez.

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Tumba del poeta Haffez en Shiraz (Foto JPB)

 

Antes de la revolución llamaban a esta ciudad “la del vino y de las bellas mujeres”, ahora simplemente “de las flores y los poetas”. Además de eso Shiraz es un ejemplo de convivencia pacífica y armoniosa de las comunidades musulmana, cristiana y judía. Posiblemente como consecuencia de su turbulenta historia.

 

Esta ciudad sobrevivió a las tropas de Gengis Khan, posteriormente a las de Tamerlán, un guerrero brutal, despiadado y analfabeto pero que tuvo el curioso, y afortunado, capricho de que en su corte se cuidaran las artes y los artistas gozaran de su protección. La dinastía safávida se dedicó a construir numerosos palacios y mezquitas y, tras otros tiempos violentos en los que a los terremotos sucedieron las invasiones de los pueblos afganos, llegó la dinastía zaud con la figura señera de Karim Khan que la convirtió en la capital de su reino. Su declive comenzó cuando la dinastía qajar trasladó la capitalidad a Teherán.

En esta ciudad nacieron, vivieron y están enterrados los dos líricos más importantes de la poesía clásica de Persia: Haffez y Saadi.

HAFFEZ

Shams al-Din Mohammad Shirazí, conocido como Haffez, nació sobre el año 1315 y murió en 1389.

Huérfano de padre siendo muy niño, por la necesidad familiar tuvo que trabajar en una panadería pero después, gracias a los esfuerzos de su madre y su gran avidez de conocimientos, asistió a las mejores escuelas de Shiraz. El nombre de Haffez significa “El que preserva el libro sagrado” porque sabía recitar de memoria el Corán.

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Tumba de Haffez (Foto JPB)

 

Cultivó la caligrafía lo que le permitió un medio de vida como copista trascribiendo los poemas y escritos de otros autores. Fue autor de una poesía lírica que apareció en un momento clave en el que la poesía persa era muy apreciada en aquél mundo.

Fue un hombre hábil, muy inteligente, y no sólo sobrevivió en aquellos tiempos violentos con luchas crueles por el poder, intrigas, cambios políticos y guerras, sino que en momentos cruciales tuvo la protección de los gobernantes.

Haffez trabajó la estructura poética denominada “gazal”, de 6 a 15 pareados que forman un todo por la unidad de pensamiento y el simbolismo de su expresión. Originariamente este tipo de poesía tuvo connotación de libertina, de “amor y vino”, pero fue adaptada por los místicos sufíes dando a estos conceptos un sentido alegórico. Así por ejemplo el vino, la copa, la escanciadora…son figuras con las que el poeta juega a buscar la ebriedad como forma de sobrepasar el yo, entrar en un éxtasis, encontrar de esta manera la unión mística.

Todo aquel en cuya mente pesa la pena de un amor

es como granos de incienso puesto al fuego en un dulce quehacer

A Haffez le llamaron también “La lengua de lo oculto” por la dulzura y belleza de sus versos. Es el poeta más admirado de Irán y en la mayoría de los hogares hay un ejemplar de EL Diván, el compendio de su producción poética.

Goethe dijo de él: “Oh Haffez, tus palabras son grandes como la eternidad pues no tienen ni principio ni fin”

Dicen en Irán que las noches de los domingos son las de Haffez y la tradición recomienda pedir un deseo y consultar a Haffez sobre él en el contenido de sus poemas.

Parejas de enamorados, familias enteras, ancianos, nos acompañan en la visita a la tumba de este célebre poeta en la que están grabados algunos de sus poemas. Parte de uno de ellos dice:

Siéntate junto a mi sepulcro con vino y música

Que al sentir tu fragancia pueda despertar

Levántate, figura de movimientos suaves

Déjame admirar tu porte majestuoso

Y que apartando el mundo y la vida yo también me levante

Reza, el amigo iraní que nos acompaña, consigue un libro de Haffez traducido al castellano. Y allí, junto a la tumba de su autor, leemos alguno de sus poemas. Los iraníes que nos escuchan no entienden nuestro idioma pero saben que estamos leyendo poemas de su poeta Haffez y nos contemplan atentos con una sonrisa de aprobación y simpatía en sus rostros.

 

POR TUS CABELLOS

Eres como la mañana. Yo soy la vela de la soledad del alba.

Sonríe y mira cómo pongo en tus manos mi vida.

 

Y pues mi corazón arde por tus rebeldes cabellos,

cuando muera, se mudará mi tumba en jardín de pensamientos.

 

En tu corte de deseos, por una mirada tuya

abrí la puerta de mis ojos, y de tus ojos me arrojaste.

 

¡Que Dios te guarde, oh fardo de tristeza! Te estoy agradecido:

Cuando no tengo a nadie, tú no te apartas de mi cabeza.

 

Esclavo soy de la niña de mis ojos, que aunque de corazón negro

mil cuentas desgrana cuando las penas del corazón yo cuento.

 

Visible en todo lugar es nuestro ídolo,

mas nadie, sino yo, ve ese gracioso gesto.

 

Si por la tumba de Haffez pasa el amigo como un viento,

me romperé el sudario de entusiasmo en ese angosto hueco.

Haffez

 

SAADI

Saliendo de la ciudad, hacia la base de las montañas, está enterrado el otro poeta insigne de Shiraz, Saadi.

Abu Mohammad Mosleh al-Dimbin Abdallah Shirazí, Saadi, nació antes que Haffez, en 1210, en un momento histórico en el que el mundo musulmán era atacado por los Cruzados europeos en el oeste y por las tropas de los mongoles de Gengis Khan por el este. Estudió teología en Bagdad y viajó durante 25 años por el norte de Africa, península de Arabia y este de Asia. Murió en 1293.

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Tumba de Saadi, Shiraz (Foto JPB)

 

Sus dos obras fundamentales son El Bustán (“El jardín de las frutas”) y El Golestán (“El jardín de las rosas”).

Si Haffez es el poeta iraní más admirado, Saadi es el más internacionalmente conocido. Sus obras se tradujeron en el s. XVII al francés, alemán, inglés y latín e influenciaron a muchos escritores europeos. La obra poética de Saadi lleva al altruismo y respeto a la dignidad del ser humano. Tal es así que en la entrada de la sede de la ONU en Nueva York está grabado uno de sus poemas:

 

Los hijos de Adán asemejan a los miembros de un cuerpo.

Todos ellos comparten la misma esencia de la creación.

Cuando uno de los miembros siente dolor , los otros miembros no encuentran descanso.

¡Oh tú que no sientes el sufrimiento de la humanidad

No mereces que te llamen ser humano!”

Saadi

El Golestán

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Tumba de Saadi, Shiraz (Foto JPB)

 

 

El escritor, poeta y filósofo norteamericano Ralph Waldo Emerson dijo a propósito de Saadi:

Saadi ha hablado en el idioma de todas las naciones del mundo y sus palabras, como las de Homero y Shakespeare, Cervantes y Montini, siempre están vivas. Las directrices éticas que se presentan en El Golestán al igual que en el Evangelio y los libros sagrados del mundo, son una manifestación de las normas y reglamentos internacionales

La tumba de Saadi se encuentra en un edificio algo feo cercano al lugar en el que hubo un convento en el que pasó la última parte de su vida.

Cuando me miras todo mi cuerpo se vuelve corazón.

Cuando te miro todo mi corazón se vuelve mirada

Saadi

Todo iraní es un amante de la poesía, no es una cuestión étnica ni religiosa sino nacional, herencia del culto pasado de los persas. Los poemas sirven para explicar algo, para dar un valor especial a una frase, para argumentar en las discusiones, en las conversaciones, en los debates. Las razones se enuncian en forma de versos de poetas, de poemas apropiados a la tesis de quien lo verbaliza. En las reuniones familiares es frecuente abrir un libro de poesía y leer de manera aleatoria cualquiera de los poemas o recitarlos de memoria. Uno de los juegos favoritos de los abuelos con los nietos son los torneos de poesía. Un pueblo, una civilización con este amor a la poesía es una sociedad culta y sensible.

Lo hemos visto hoy en estas tumbas en las que los iraníes de toda edad, cultura y condición recuerdan y honran a sus poetas más insignes.

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Shiraz. Ciudadela de Karim Khan (Foto JPB)

 

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Noche en Shiraz con iraníes comiendo helados (Foto MP)

 

 

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Shiraz, panadería. (Foto JPB)

 

 

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Shiraz (Foto JPB)

 

 

 

 

 

 

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