A Mamen
Por motivos que no importan ni aquí vienen al caso dejé de ir a una casa en un bello pueblo pirenáico. No era mía pero allí pasé muchos años.
Tenía un pequeño jardín, un espacio verde que yo cuidaba con dedicación y placer, en el que habían plantado cinco árboles: dos tuyas doradas, dos olmos y un gran abeto.
Durante todo ese tiempo en el que mi vida Sigue leyendo