Cientos, miles de troncos de bambú, chocando entre sí, agitados por el viento, producen una canción de sonidos huecos. Arriba, muy arriba, los penachos verdes, las hojas encumbradas a más de veinte metros de altura, ponen otras notas musicales a la sinfonía. El sonido es tan especial que figura entre los «cien sonidos a preservar en Japón» Es el sonido del bosque de bambú de Sagano, en Arashiyama, muy cerca de Kyoto.
La luz tiene un color especial, llega al suelo tamizada por el techo vegetal y se enlaza en las esbeltas figuras de los tallos; entre la suavidad y la penumbra produce una sensación de paz que invita a la introspección, al paseo espiritual, a la meditación, al reposo del ánimo.

Es un mundo especial, una isla apartada del entorno próximo por el que circula la vida convencional. Un lugar en el que apartarse, recluirse y deambular sin tiempo y sin prisa. Los rostros amables de sonrisa congelada en piedra de las deidades protectoras cuidan el camino y al caminante.





Los caminos de tierra serpentean entre la masa boscosa. En el fondo se alza el templo zen de Tenryu-Ji, construido en 1339 uno de los más importantes de la escuela Rinzai. En un rincón una vieja pila de piedra, llena de agua, espera las abluciones de los fieles. Al fondo un pequeño altar frente al que esperan los que van a depositar sus ofrendas.


Afuera, los jóvenes conductores de rickshaw soportan estóicos la lluvia empujando sus carros entre el tráfico que llena la calzada. Como todo en Japón, esa mezcla soberbia entre la tradición y la modernidad.


Un poco más allá el puente Togetsukyo atraviesa en río Katsura rodeado de pequeñas colinas de un verde intenso llenas de belleza.

Este puente, cuyo origen data en el siglo IX, es importante en el desarrollo de la ceremonia Jusan Mairi. Esta tradición consiste en visitar el templo Hosin-Ji cuando un niño o niña cumplen los 13 años. Según la tradición allí reciben el don de la sabiduría y el exorcismo de malos espíritus. Tras la visita deben cruzar el puente Togetsukyo pero sin mirar hacia atrás. Si lo hicieran perderían los dones recibidos en el templo.
Como aquello de la mujer de Lot, parecido…pero en las inmediaciones de Kyoto.
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