La ciudad de Guilin está en el noroeste de la Región Autónoma de Guangxi, al sureste de China. Muy antigua, se fundó en el 214 aC., está situada en un paisaje muy especial, bellísimo; un proverbio chino dice que “El paisaje de Gilin es el primero bajo el cielo”
La ciudad, tiene unos 5 millones
de habitantes, es atravesada por el río Li, llamado también Lijang, que tiene una longitud aproximada de 437 km; es un afluente de la cuenca del Río de las Perlas y sus aguas acaban en el Mar de la China Meridional.
Embarco en Guilín para recorrer los 83 km de distancia que hay con la pequeña ciudad de Yangshuo. Todo consiste en dejarse llevar y contemplar su espectacular paisaje.

RIO LI
Una joven china fotógrafa, hablando un correcto español, me explica que “Li” significa lindo, bonito. Ella también se llama Li, añade con simpatía.
Ambas afirmaciones son ciertas.
El día es gris, cálido, con una bruma alta que aumenta la magia del lugar.
Al principio con perfiles difuminados, luego más nítidos, van apareciendo grandes colinas, monolitos kársticos recubiertos de vegetación exuberante, algunos con grandes paredes verticales que caen a plomo hacia el agua haciendo parecer dramáticamente frágiles a las balsas que navegan junto a ellas, a los barcos que recorren el cauce.

RIO LI
El paisaje se desliza con calculada y agradable lentitud a ambos lados de las aguas oscuras del río que se ensancha en zonas tranquilas y se estrecha entre grandes paredes rocosas.
Van y vienen otros barcos de pequeño tamaño con cargas comerciales, con turistas; muchas balsas construidas con troncos de bambú, que sirven de plataformas a pescadores, a personas que manejando pértigas se deslizan hacia las orillas o hacia los barcos que pasan por el río. Cruzan el cauce ofreciendo frutas, pescados o mariscos.

PESCADORES, RIO LI
Hay rincones idílicos donde reposan pájaros; meandros en los que los que se sumergen los bueyes de agua en sus orillas.
Apoyado en la barandilla de cubierta paseo la mirada por los matices infinitos del verde, tonos amarillentos, rocas oscuras, imágenes especulares, nítidos reflejos, en las aguas quietas.
El río sigue suavemente sinuoso, en cada curva se aprecia un paisaje distinto, una nueva mirada que extrae del mismo lugar nuevos aspectos de su belleza.
Más allá, en Yangshuo, la vista se pierde entre arrozales planos y extensos, como alfombras verdes, hasta un horizonte con las colinas verticales del Li como dedos gigantescos señalando al cielo. Allí hay otro río, el Yulong, más pequeño y más corto que el Li que se pierde entre campos de arroz.

ARROZALES, YANGSHUO
Perdida junto a una pequeña carretera, junto al Yulong, hay una destartalada casa de campesinos. Tras atravesar la puerta una fotografía colorida de un Mao joven junto a rostros de familiares colgados en la pared reciben al viajero.

MAO
Sobre una mesa hay un gran frasco lleno de líquido en el que hay serpientes, varios artrópodos de muchas patas, parecen escolopendras gigantescas, insectos voladores y un sedimento grisáceo; es vino de serpiente, un remedio importante en la medicina tradicional china cuyo origen se sitúa en la dinastía Zhou, 771 a. C. Es un remedio milagroso para cualquier dolencia, es reconstituyente, provoca un importante vigor sexual a los ancianos. Todo se basa en el poder de la mezcla del veneno de los animales con el vino de arroz. Eso dicen.

VINO DE SERPIENTE
En un sucio almacén dos ataúdes vacíos, cubiertos de polvo, esperan la muerte de sus propietarios mientras sirven de apoyo para cazuelas, sacos, utensilios diversos y mugre.
Los campesinos sonríen y enseñan su casa divertidos.
Afuera una mujer con muy pocos dientes, escasa estatura y aspecto de ser muy anciana, maneja un antiguo y rudimentario molino que exprime semillas de soja.
Canta un pajarito negro dentro de una pequeña jaula. Hay mazorcas de maíz colgando de una fachada. Cruza por el patio un gato aburrido. Junto a la jaula del pájaro negro hay una jofaina y un espejo ya opaco, desportillado, caduco.
La vieja del molino, debe ser la dueña de uno de los sarcófagos negros, es delgada, pequeña y fuerte. No sé si tomará licor de serpiente.
Tras los arrozales verdes, muy verdes, se ve el río Yulong y en su cauce, como dos bailarines en un sueño, cruza una balsa con dos personas.

RIO YULONG
Los pescadores junto a sus cormoranes van a comenzar su trabajo.
Cae la tarde y sigue la bruma. Hay que volver a Guilin.
Dicen, y lo leo en la guía de viaje, que en el mercado nocturno hay restaurantes callejeros con buena comida; entre otras ofertas, pangolín, civeta, rata de bambú y perro, aunque lo más popular son los tallarines de arroz que, seguro y gracias a dios, será nuestra cena.
Li, la hermosa Li, no tiene aspecto de comer esas extrañas, para nosotros, cosas. Aunque, ¿quién sabe?
© (texto y fotos) CHUAN ORUS 2020
Maravilloso recorrido por el río Li qu en su momento se vio truncado por incidencias inesperadas. Gracias
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