HISTORIAS DE UN DIA DE VERANO

El rigor al que nos tiene sometido el virus, ese ente sin vida que se incrusta en la de nuestras células y las mata, tiene a\nspectos curiosos. La generalización de las mascarillas ha hecho que nos fijemos más en los ojos de los otros. Cada mirada

tiene su personalidad propia, curiosamente a veces desconocida en los más cercanos, y eso es una de las escasas ventajas que rescato del drama mundial que estamos soportando.

Se lo digo a mi amiga Carmen Pérez-Ramírez

CARMEN PEREZ-RAMIREZ

CARMEN PEREZ-RAMIREZ

que insiste en que nos sentemos a la sombra para poder eliminar las gafas de sol y, por lo menos, vernos los ojos. Carmen es una artista integral: pintora, grabadora, escultora, escritora, articulista, profesora; una mujer del Renacimiento. Nos vemos con escasa frecuencia, ahora hace meses que no lo hacíamos, con lo cual el tiempo que nos dedicamos suele ser corto para todo lo que tenemos que contarnos y siempre nos quedan historias y temas pendientes.

JARDINES EN LA FLORIDA (Carmen Pérez-Ramírez)

JARDINES EN LA FLORIDA (Carmen Pérez-Ramírez) De la Exposición «L’esprit d’elles en la obra de Goya» Palacio de Sástago de Zaragoza, 29 de junio a 2 de septiembre de 2018

En estos meses de encierro forzoso, le cuento, hay dos cosas de cierta importancia, para mí, que he hecho. Una, acabar de corregir y editar una novela (“Nunca fuimos felices”, Amazon) y otra, cambiar mi estudio a una buhardilla en un 8º piso, con tintes bohemios y una luz cenital preciosa que entra a raudales por una gran claraboya. Por esa tronera, subido a una escalera como buen gaviero, vigilo los tejados del entorno, tengo por vecinos a gatos y palomas y espero disfrutar de muchas tormentas que repiqueteen en el cristal como un tambor de Calanda y me llenen de la luz fosforescente, intensa e instantánea de relámpagos gozosos.

Untitled

Tiene razón Dori, otra queridísima amiga, cuando me dice que aquí estoy más cerca del cielo y de las estrellas.

Mi amiga pintora ha aprovechado este tiempo, me cuenta, para arreglar, adecentar y ordenar su estudio de trabajo. Y me enseña fotos de decenas de cuadros de todos los formatos posibles, estanterías llenas de libros y su rincón de trabajo: un espacio mágico repleto de paletas, pinceles y tubos de colores; todo junto a un caballete profesional con los soportes de madera llenos de huellas de pintura, como gotas de sudor polícromo o cicatrices residuales al esfuerzo y las horas dedicadas a este bello trabajo que a Carmen le nace del alma.

Luego me muestra un cuadro y me cuenta su curiosa e inquietante historia: lo rescató de la basura hace diez años. La pintura muestra a dos seres abrazándose sentados sobre el suelo. No sé hacer la crítica técnica que mi sabia amiga me describe pero la imagen tiene fuerza, me sugiere las sensaciones intensas del abrazo que nos damos las personas que nos queremos, ese aferrarse al otro, ese apretar el cuerpo, rodeándolo con nuestros brazos, de la persona amada.

ABRAZO2

El abrazo intenta fundir dos realidades, dos espacios cercados por nuestras barreras materiales, unir dos soledades, acompañarnos con vehemencia en el intento salvaje de vivir. Klaus, otro de mis amigos, vivió en Santiago de Chile un fuerte terremoto y narraba cómo muchas personas desconocidas se abrazaban en la calle buscando esa intensa compañía de los brazos que te atrapan mientras el suelo temblaba bajo sus pies.

Uno de los personajes del cuadro es un hombre, la otra persona no se identifica pero intuyo que es mujer; da igual, son dos seres en un abrazo vigoroso. Y el desconocido autor de la pintura supo darle la intensidad necesaria para que Carmen lo recogiera de la basura, lo conserve después de diez años y a mí me provoque una sensación poderosa que me haga evocar las veces en las que a lo largo de mi vida he experimentado esa energía abrazando a personas, mujeres y hombres, con amor.

Un abrazo que fue a la basura ¿fue él, ella, alguno de los protagonistas o el autor, quien se deshizo del lienzo?

Fabulo una serie de posibilidades: un pintor que desprecia, minusvalora, su propia obra; un amante despechado, traicionado, abandonado; una ruptura que hace trizas el corazón y los recuerdos; un tedio prolongado en el tiempo que hace del amor olvido y aburrimiento, y junto con los restos de la pescadilla frita de la cena, mondas de patata, corazones de manzana, los papeles viejos y el jersey roto, va a terminar en la nada anónima de la destrucción.

Incógnitas que nunca se sabrán. El cuadro sigue allí, en el estudio de mi amiga pintora aumentando la magia que ya de por sí tiene su espacio de creación, allá donde se gesta y nace la belleza.

© CHUAN ORUS 2020

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