POR LOS CAMINOS DEL NORTE (II)

                                                                                             A Dolores y Nacho, con algo más que afecto.

Yo tenía 23 años y acababa de terminar mi carrera universitaria. Por la mezcla de un concepto, que ahora valoro como estúpido, de “no participar en el ejército del dictador como oficial” y sobre todo por una infinita pereza, había agotado las prórrogas por estudios. Había que hacer el servicio militar obligatorio, algo que ahora los jóvenes, y menos jóvenes, afortunadamente desconocen.
En el cuartel de San Lázaro, en Zaragoza, un teniente Sigue leyendo